BERKING, Helmuth, Silke STEETS y Jochen SCHWENK (2018): Religious Pluralism and the City. Inquiries into Postsecular Urbanism, London, Bloomsbury

Por Maria del Mar Griera
Profesora de Sociología, directora del grupo de investigación ISOR, e investigadora ICREA Academia. Universitat Autònoma de Barcelona

BERKING, Helmuth, Silke STEETS y Jochen SCHWENK (2018): Religious Pluralism and the City. Inquiries into Postsecular Urbanism, London, Bloomsbury
27 de Abril de 2021

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Fue en 1965 cuando el teólogo estadounidense y profesor de la Universidad de Princeton Harvey Cox publicó el ensayo La ciudad secular. El libro, que se popularizó rápidamente más allá de los confines de la teología, constituía una de las primeras reflexiones sistemáticas sobre la relación entre lo urbano y lo religioso en un contexto de secularización. En Europa fue el francés Gabriel Le Bras quien, desde una mirada sociológica y a partir de la realización de macro encuestas, intentó comprender como y de qué manera lo religioso se desarrollaba de forma particular en el espacio urbano (por contraposición al ámbito rural). A pesar de la diferencia en sus enfoques, los dos pensadores coincidían en un punto. Ambos consideraron que la modernidad conllevaba la secularización de las sociedades, y que dicha secularización se hacía especialmente visible en las ciudades. Se conoce que Le Bras llegó a bromear diciendo que la estación de tren de Montparnasse de París tenía un “efecto mágico” sobre los migrantes que llegaban de las zonas rurales de Francia, los cuales parece que abandonaban sus adhesiones religiosas, y sus prácticas tan pronto ponían los pies en dicha estación (Burchardt et al., 2013). Para Cox, Le Bras y la mayoría de teólogos, sociólogos y antropólogos de la religión que publicaron durante la segunda mitad del s. XX, la urbe constituía el espacio moderno por excelencia, donde la teoría de la secularización cobraba todo su esplendor y la religión adquiría un papel marginal.

El diagnóstico ha cambiado. Ya desde finales de los noventa del siglo pasado ha habido voces que han cuestionado la concepción clásica de la teoría de la secularización. En España la publicación de Formas modernas de religión (Alianza Editorial) en 1994 marca el inicio de la difusión de una mirada sociológica más atenta a la complejidad del hecho religioso, y más predispuesta a analizar los vínculos entre religión, secularización y espacio urbano desde una perspectiva comprensiva. A nivel internacional, el papel del sociólogo de origen vienés Peter Berger es clave en cuestionar la hegemonía, y las asunciones, de la teoría de la secularización y en promover un nuevo enfoque sociológico para comprender la religión en tiempos modernos. En 1999 Berger publica el libro The desecularization of the World donde, entonando un mea culpa, sugiere que los científicos sociales, sumidos en sus redes cosmopolitas globales, han sido incapaces de ver que la modernidad no conllevaba la desaparición de la religión. Lo que Berger llama las “elites seculares” formadas, entre otros por periodistas, científicos sociales e intelectuales, han sido incapaces de darse cuenta que la religión vivía un proceso de revitalización religiosa global, también en las ciudades.

El libro objeto de esta reseña, Religious Pluralism and the City, nace en este contexto, y con la voluntad de ofrecer un análisis riguroso, amplio, crítico y comprensivo a la relación entre lo “urbano” y lo “religioso” en tiempos contemporáneos. No es casualidad que una de sus editoras, Silke Steets, haya sido alumna y colaboradora de Peter Berger, y que el mismo Peter Berger hiciera la ponencia introductoria al coloquio que se celebró en febrero de 2016 en Darmstad (Alemania) y que dio pie a la publicación de este libro. El volumen, además, está dedicado a la memoria de Peter Berger, quien murió el 27 de junio de 2017. La impronta del sociólogo se nota en todo el libro, tanto por la centralidad de su mirada teórica, como por el estilo de su conjunto. Este es un libro que constituye una invitación a pensar. Incluye miradas heterogenias que desde contextos globales muy diversos -de Rio de Janeiro, a Londres, pasando por Barcelona, Jerusalén o Bangalore- y desde perspectivas intelectuales diferentes –sociología, teología, geografía, historia, antropología, arquitectura o geografía- se interrogan sobre la religión y la ciudad con voluntad de comprender, y de ir más allá de los clichés habituales.

La introducción del libro, firmada por Helmuth Berking, Jochen Scwenk y Silke Steets, es magnífica y constituye casi lectura obligada para aquellos que quieran disponer de una brújula desde la cual pensar el tema. Es introductoria sin ser simplificadora, y vincula muchas perspectivas teóricas diferentes, sin perderse en una enumeración sinfín de conceptos y autores. Este capítulo introductorio, titulado “Filling the void? Religious Pluralism and the City”, esboza los grandes ejes sobre los cuales se vehicula la reflexión y que, de alguna forma, dibujan el marco general desde el cual pensar la religión y la ciudad hoy.  El libro combina una mirada de carácter normativo y una sociológica. A nivel normativo, la reflexión se vehicula entorno a la oposición entre dos formas teórico-filosóficas diferentes de conceptualizar el lugar del pluralismo religioso en la ciudad contemporánea, que son la “postsecularidad” y la idea de la “ciudad fundamentalista”. Esta mirada normativa, se combina con una perspectiva sociológica, la base de la cual está constituida por la teoría del pluralismo de Peter Berger y expuesta en una suerte de segunda introducción. Berger considera la modernidad como espacio en el que se encuentran dos tipos de pluralismo distintos –la relación entre lo secular vs religioso, y la relación entre instituciones religiosas diferentes.

Sin hacer un resumen de los capítulos del libro, a continuación, expondré brevemente los temas más relevantes que sirven de hilo conductor, y marco teórico, desde el cual pensar la religión y la ciudad hoy en día.

El concepto de la “ciudad fundamentalista” es un tema clave. En el primer capítulo el profesor de la Universidad de Berkely Nezar AlSayyad desarrolla su reflexión a partir de los resultados del proyecto “Cities and Fundamentalisms Project” realizado en el marco del Woodrow Wilson Center for International Scholars in Washington, D.C., y que tenía como objetivo analizar cómo y cuándo la asunción de la identidad religiosa, y la práctica de rituales religiosos, conlleva o conduce a la expansión de dinámicas de exclusión (de individuos o comunidades específicas) en el espacio urbano. AlSayyad parte de una concepción de fundamentalismo como una reacción específicamente moderna a los desafíos de la modernidad, al triunfo del neoliberalismo y a la pérdida de poder del estado. Según él, las ciudades están predestinadas a ser el reducto en el cual se produzcan las luchas relativas a la participación social, la visibilidad política y la movilización de las identidades religiosas a la esfera pública. Por este motivo, también las ciudades pueden derivar en dinámicas fundamentalistas. AlSayyad identifica cuatro características que nos permiten distinguir, a modo de tipo ideal, la "ciudad fundamentalista", y son las siguientes: a) Es una ciudad que excluye por ley, tradición, política, o por cualquier otra práctica latente, los individuos que son miembros de otra religión o que pertenezcan a una etnia diferente de la de aquellos que detentan el poder; b) es una ciudad en la cual la mayoría espera que la minoría adapte sus rituales y comportamiento al código de conducta regulado por la religión mayoritaria; c) en la ciudad fundamentalista encontramos una segregación por género; d) en la ciudad fundamentalista hay una normalización del control y la opresión a nivel cotidiano. En cierto modo, la ciudad fundamentalista es, según AlSayyad, aquella en la cual se busca la homogenización de la población y donde los que constituyen el status quo imponen una situación de opresión a las minorías religiosas, étnicas culturales y de género. Lo interesante de la aportación de AlSayyad es que nos ofrece un marco desde el cual pensar la ciudad contemporánea, y a la vez un espacio desde donde comprender que todas las ciudades, en mayor o menor grado, pueden, en determinados momentos de la historia, aproximarse a la “ciudad fundamentalista”. Una ciudad que, en cierto modo, es contraria a la idea misma de ciudad como flujo de movimientos diversos y anonimizados, en tanto que intenta bloquear estos flujos, y solidificar las identidades.

La aportación teórica de AlSayyad, viene complementada por la mirada de Christopher Baker, quien toma la idea de postsecularidad como punto de partida de su aproximación. El término de postsecularidad nace de la mano del filósofo alemán Jurgen Habermas, y emerge de la voluntad de entender el papel de los grupos religiosos en un contexto de secularización. En este concepto hay una voluntad de comprender, pero, y sobre todo, un deseo de crear un marco normativo a partir del cual pensar, regular y organizar la presencia del pluralismo religioso en un contexto de democracia liberal. Según Habermas, y tal y como nos recuerdan los editores en la introducción, en las sociedades postseculares –como la nuestra-  la laicidad como concepto normativo que promueve una separación clara y estricta entre la religión y el estado, entre lo privado y lo público, no es siempre la mejor opción. Según Habermas, si bien el estado tiene que mantenerse neutral, la ciudadanía puede tener, y expresar, opiniones de carácter moral o con fundamento religioso. La clave, en este sentido, es establecer, y crear, mecanismos para poder traducir –y aquí el concepto de traducción juega un rol clave- lo religioso a lenguaje secular. La idea de fondo de Habermas es que una sociedad postsecular y plural tiene que dejar espacio para la expresión de las opiniones religiosas, si bien debe existir un esfuerzo de traducción de las mismas a un lenguaje secular, y a una ética negociada común. Baker toma el objetivo de Habermas como propio y lo lleva más allá. Desde una mirada teológica, enfatiza la (potencial) relevancia de la religión en proveer de sustento ético y social a un mundo que el capitalismo neoliberal voraz ha dejado casi destrozado y sin esperanza. Baker introduce conceptos como cosmopolitanismo religioso (basado en Ulrick Beck), progresismo localista o capital espiritual para reforzar su visión sobre el papel que puede jugar la religión como espacio de cohesión, de encuentro y de inclusión en el mundo contemporáneo. La mirada de Baker es normativa, pero es interesante en tanto intenta conjugar una crítica que podría sonar a romanticismo conservador, con una propuesta de carácter progresista y abierta a la pluralidad.

Una mirada menos normativa, e interesante, a medio camino entre la idea de la “ciudad fundamentalista” y la del postsecularismo, es la que construye Stephan Lanz en su capítulo “Religion of the City: Urban-Religious Configurations on a Global Scale”. Este pensador alemán, partiendo de una mirada a las interrelaciones entre la religión y lo urbano en la contemporaneidad, pone de manifiesto la porosidad de las fronteras que delimitan entre lo religioso, lo secular, lo público, y lo privado, y enfatiza los procesos de hibridación mutua entre la ciudad y las religiones. La suya es una mirada menos normativa que la de los otros pensadores y que invita a reflexionar des de la interrelación, y des de los espacios de significado local y contextual.

En los capítulos de AlSayyad, Baker y Lanz hay una voluntad de entender la situación, pero, también, de ofrecer herramientas para articular posibilidades de convivencia, y construir espacios de futuro donde el pluralismo no sea percibido como una amenaza, o el detonador del conflicto, sino como una característica a partir de la cual imaginar formas de convivialidad inclusivas.

En la tercera parte del libro, la mirada es totalmente diferente. Lo normativo deja lugar a lo sociológico, y las especulaciones filosóficas son sustituidas por reflexiones realizadas con base al trabajo empírico. Esta segunda parte mantiene un diálogo más fluido con la teorización de Peter Berger, y con su propuesta de pensar el pluralismo como la característica principal de la modernidad. Peter Berger nos propone tener en cuenta que en las sociedades actuales se sobreponen dos tipos de pluralismo: por un lado, el pluralismo que fomenta la relación entre lo religioso y lo secular, la interrelación (y negociación) entre ambas esferas. Por otro lado, el pluralismo como coexistencia pacífica entre instituciones religiosas distintas en un mismo territorio. Ambas formas de pluralismo se sobreponen, y tienen un impacto tanto a nivel individual como a nivel institucional. El pluralismo es un fenómeno que adquiere relevancia global pero que, a la vez, asume un significado particular en el contexto urbano. Es en el espacio de la ciudad, el entorno del anonimato por excelencia, donde la indiferencia deviene el primer paso para la existencia de dicho pluralismo. La indiferencia como el derecho a existir del otro. Algo que nos recuerda a lo que también explicó ya hace años Manuel Delgado en el libro “Animal Público”. Peter Berger añade que la “contaminación cognoscitiva” puede ser, también, espacio de expansión, e interrelación, de este pluralismo en el contexto de la ciudad. Desde esta perspectiva el pluralismo abre un amplio marco de posibilidades, y se adapta, amolda o confronta de formas diversas en contextos distintos. Los capítulos con fuerte impronta empírica, como es por ejemplo el firmado por Marian Burchardt, Irene Becci y Mariachiara Giorda, ilustran a la perfección las estrategias de adaptación, y negociación, de las comunidades religiosas en un contexto plural. Aquí el caso de Barcelona, y como parte del trabajo realizado por Burchardt en el contexto del proyecto Urban Religions, se pone en comparación con la ciudad de Torino, y se revela la importancia de las particularidades locales para comprender como la diversidad se negocia en el ámbito local. El capítulo de Oosterbaan sobre Río de Janeiro y las ambivalencias, y juegos, de las comunidades evangélicas alrededor de la celebración del Carnaval es magnífico para comprender a través de un caso muy concreto todas las complejidades imbricadas en estos temas. Dos capítulos más, uno de John Eade sobre minorías en Londres, y otro de Veronika Eufinger sobre iglesias cristianas en Alemania, completan esta parte empírica.

El libro termina con una última parte que invita a pensar más allá de las categorías expuestas y abre nuevos escenarios para pensar la relación entre lo religioso y lo urbano. Bangalore y Jerusalen como escenarios privilegiados de reflexión, y a la vez, una mirada histórica que ofrece una perspectiva original. Son tres capítulos con un tono diferente pero también interesantes.

En definitiva, el libro Religious Pluralism and the City nos ofrece una invitación a pensar sobre lo religioso y lo urbano poniendo en diálogo múltiples perspectivas teóricas y contextos geográficos concretos. Es un libro que expande horizontes y que es una muy buena base para todos aquellos que quieran reflexionar sobre el papel del pluralismo religioso en las ciudades contemporáneas. 

Referencias:
BERGER, P. (1999). The Desecularization of the World. United States: Wm. Eerdemans Publishing Company.
BURCHARDT, M. and BECCI, I.  (2013) Introduction: Religion Takes Place: Producing Urban Locality, in I. Becci, M. Burchardt, and J. Casanova (eds), Topographies of Faith: Religion in Urban Spaces, 1–21. Leiden.
COX, H. (1965). The Secular City. United States: Princeton University Press.
DELGADO, M. (2006). El animal público. Barcelona: Anagrama.
DÍAZ-SALAZAR, R., GINER, S., and VELASCO, F. (1994). Formas modernas de Religion. Madrid: Alianza Editorial.

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