La no religiosidad como asunto religioso
En el mismo Parlamento de las religiones de 1893, una de las pocas mujeres invitadas en calidad de delegadas fue Annie Besant, por la Sociedad Teosófica, de la que con el tiempo sería presidenta. Besant fue una promotora espiritual infatigable, además de teósofa, fue fundadora de la co-francmasonería, así como una apasionada defensora del hinduismo y el budismo en occidente, e incluso madrina de Krishnamurti. Al mismo tiempo, Annie Besant era una laicista convencida y miembro de la asociación secularista aún más importante del Reino Unido, la National Secular Society (http://www.secularism.org.uk) fundada por el defensor de las libertades de las personas no religiosas, Charles Bradlaugh (conocido por su reivindicación del derecho a prometer en vez de jurar, entre otras cosas). Annie Besant y la teosofía ya tenían una visión de la diversidad religiosa que precisamente se había inspirado en el hinduismo, que predicaba la unidad espiritual de todos los seres, que era profundamente universalista y que también tenía un compromiso profundo con las libertades religiosas.
El sentido moderno de las libertades religiosas, como es sabido, nació en el seno de la Reforma protestante, pero no en todos los países en que triunfó la Reforma se conservó el laicismo como elemento ideológico fuerte, y aún habría que esperar a la segunda mitad del XIX para que las libertades religiosas se empezaran a concebir también en relación al derecho a creer en doctrinas no cristianas (incluido el ateísmo), a no adscribirse a una confesión, y a tener ideas contrarias a las doctrinas oficialmente defendidas por el Estado. Así pasaba que a Robertson-Smith lo acusaban de herejía por defender la exégesis bíblica, pero también así pasó a Annie Besant y a Charles Bradlaugh que fueron llevados a los tribunales por escribir a favor del control de natalidad. La idea de que las personas no religiosas tienen derechos religiosos, por tanto, no es una ocurrencia postmoderna. Al contrario, forma parte intrínseca, aunque menos conocida, de la historia del pluralismo religioso.
En su forma clásica, la no religiosidad se ha presentado como el derecho al libre pensamiento y la forma más controvertida de ello se ha expresado a través del ateísmo, la creencia en que los dioses no existen. Aunque en los tiempos recientes la naturaleza religiosa de esta creencia se ha desdibujado, no deja de ser una teoría particular acerca de lo sagrado. Claro que en ocasiones el ateísmo se ha invocado para justificar persecuciones religiosas, al igual que distintos teísmos han justificado persecuciones de personas ateas, pero el peso de los conflictos entre gentes religiosas y no religiosas (especialmente en territorios de mayoría cristiana) nos hace demasiado fácilmente olvidar que existen tradiciones innegablemente “religiosas” que no son teístas, como es el caso del budismo. De hecho, precisamente por el hecho de que no encaja con el modelo teísta que domina la concepción europea de lo religioso, muchos de sus practicantes occidentales prefieren pensar y vivir el budismo como una “filosofía” o una “espiritualidad” en vez de pensarlo y vivirlo como una “religión” (Díez de Velasco 2013).
Esto es más o menos fácil decirlo del budismo, porque hoy en día es convencionalmente admitida como una religión, pero así hay muchas otras formas de religiosidad no teístas, que a menudo tampoco se sienten representadas por la palabra religión y que forman parte del repertorio de las espiritualidades contemporáneas. Pero incluso dentro de las identidades nones (que estarían más próximas a la idea clásica del librepensador) hay corrientes existenciales que hablan de una espiritualidad atea, de carácter más psicológico, y que también tienen su propio punto de vista sobre la universalidad de lo espiritual, entendida de esa manera. Así pues, si hemos comenzado usando la palabra religión para definir un tipo de diversidad relativa a las creencias y convicciones, ello no significa que en la palabra se agote la cuestión. La religiosidad va más allá de las palabras que la presentan, y la diversidad religiosa ya era más amplia de lo que parece desde antiguo.