En mi anterior contribución en Cuestiones de Pluralismo (“Lo que la pandemia nos ha enseñado con respecto de la muerte”), planteaba una reflexión final sobre la repatriación de difuntos entre los colectivos musulmanes en España: que esa movilidad post-mortem se había constituido como la principal práctica funeraria, y que no era consecuencia de la falta de parcelas reservadas en los cementerios municipales derivada de la no aplicación del Acuerdo de Cooperación de 1992. Argumentaba -y lo seguiré haciendo en este nuevo texto-, que la repatriación responde más a una última voluntad de querer expresar una pertenencia y un vínculo genealógico con un origen, que tiene más de local y familiar, que de identidad nacional. Vaticinaba en aquel artículo que, tras la pandemia, las repatriaciones seguirían teniendo mucha fuerza, lo que no obviaba reconocer que los escasos cuarenta recintos reservados para las inhumaciones según el rito islámico eran del todo insuficientes para responder a las necesidades del colectivo musulmán. Con respecto a otros países europeos de referencia (Francia, Alemania, Reino Unido y Países Bajos), el número de parcelas es muy bajo (tal como fue denunciado en el Informe anual sobre la situación de la libertad religiosa en España de 2018 y, como indica el Observatorio Andalusí de la Unión de Comunidades Islámicas de España, siguen existiendo comunidades autónomas en las que no se dispone de ningún espacio funerario reservado.
En este texto voy a tratar de dimensionar la repatriación del colectivo marroquí en España -que es el origen nacional mayoritario entre las comunidades musulmanas-, como punto de partida para definir sus futuras necesidades funerarias, y establecer las iniciativas necesarias para resolver la falta de espacios donde inhumar con dignidad a los difuntos musulmanes.
Siempre nos hemos referido a la repatriación mediante estimaciones, pero desde hace años existía un registro que nos podía proporcionar datos mucho más exactos y precisos. La Subdirección General de Sanidad Exterior del Ministerio de Sanidad es la encargada de emitir la documentación que es exigida por los acuerdos internacionales para poder repatriar un difunto desde el territorio español a cualquier país del mundo. Entre 2014 y 2021 fueron repatriados desde España un total de 28.413 difuntos, y los tres principales destinos fueron Marruecos (7.450), Reino Unido (3.076) y Rumanía (3.022). Aparte de Marruecos, los otros países mayoritariamente musulmanes que reciben estos traslados son Argelia (788), Senegal (719), Pakistán (557), Gambia (193), Mauritania (163) y Mali (147). Es decir, desde el punto de vista numérico, la repatriación post-mortem ha sido, y sigue siendo muy significativa entre estos colectivos.
En el caso de los marroquíes en España, la repatriación tiene una larga historia. En una reciente publicación (ver apartado “Para profundizar”), y sobre la base de los archivos de defunciones del Consulado General de Marruecos en Barcelona, he reconstruido la trayectoria de esta práctica que se inicia de manera incipiente entre las décadas de los años 70 y 80 del siglo pasado, pero que será a inicios de los 2000 cuando se acabará constituyendo en la principal opción funeraria entre este colectivo (gráfico 1). Las primeras repatriaciones fueron de aquellos marroquíes que residían en otros países europeos y que fallecieron durante su tránsito por España hacia Marruecos (en su mayoría por accidentes de tráfico), y que disponían de un seguro que cubría los gastos de tal repatriación. A mediados de los años 80 se documentaron las primeras iniciativas colectivas de recogida de dinero para pagar el traslado de un difunto a Marruecos, y no será hasta los 90 que comienzan a generalizarse los seguros familiares ofrecidos por entidades bancarias marroquíes a sus propios clientes.
Gráfico 1. Comparación entre inhumaciones y repatriaciones. Marroquíes en la zona consular de Barcelona* (1968-2000)
* Durante este periodo, la circunscripción consular incluía Cataluña, Aragón, Navarra, La Rioja, País Vasco, Cantabria, Comunidad Valenciana, Baleares y Andorra.
Fuente: elaboración propia a partir de los registros consulares.
Desde entonces hasta la actualidad, la evolución de la repatriación ha sido una constante, que sólo se vio alterada durante unos pocos meses (del 15 de marzo al 11 de julio de 2020), cuando Marruecos cerró sus fronteras aéreas para evitar la propagación del coronavirus. No obstante, tras la pandemia, las repatriaciones volvieron a su ritmo habitual, e incluso, se han ido incrementado hasta la actualidad (gráfico 2):
Gráfico 2. Evolución mensual de las repatriaciones de España a Marruecos (2014-2022)
Fuente: elaboración propia a partir de los datos proporcionados por la Subdirección General de Sanidad Exterior del Ministerio de Sanidad.
Estamos ante una dinámica larga y consolidada en el seno de este colectivo, hasta el punto de que las repatriaciones representan una tendencia mayor que el de las inhumaciones en suelo español. Y ello se deriva de la comparación entre el número de defunciones de la población marroquí en España y el de las repatriaciones que se muestran en el gráfico 3:
Gráfico 3. Comparación entre defunciones y repatriaciones. Marroquíes en España (2014-2022)
Fuente: Instituto Nacional de Estadística y Subdirección General de Sanidad Exterior del Ministerio de Sanidad.
Hasta 2019, las defunciones y las repatriaciones estaban prácticamente igualadas, con una ligera tendencia superior de estas últimas. Pero ante el advenimiento de la pandemia, y la situación derivada del cierre de fronteras aéreas en 2020, las repatriaciones se interrumpen totalmente, de la misma manera que el efecto del coronavirus dispara el número de defunciones. Esta tendencia de más defunciones que repatriaciones se mantiene en 2021, si bien se recupera el número de repatriaciones de años precedentes, aunque también se mantiene la curva de defunciones hasta llegar a 2022, año en que las defunciones comienzan a bajar y lo que se disparan son las repatriaciones. El cómputo global entre enero de 2014 y diciembre de 2022 de defunciones (un total de 8.946) y de repatriaciones (8.210) se sitúa a favor de las primeras gracias al parón de la movilidad post-mortem provocado por la pandemia, pero la tendencia que parece perfilarse de cara al futuro es que el número de repatriaciones seguirá superando al de defunciones.
La primera interpretación que hay que hacer de estos datos es que la gran mayoría de los difuntos de origen (y no sólo nacionalidad) marroquí, han sido repatriados a sus regiones de origen. Es decir, la diferencia entre defunciones y repatriaciones puede interpretarse por el hecho de que personas que habían adquirido la nacionalidad española, también han deseado ser repatriadas. Los datos de Sanidad Exterior nos indican que fueron repatriadas un total de 926 personas (11,27% del total de repatriaciones) que previamente habían adoptado la ciudadanía española. Es significativo señalar que el número de españoles fallecidos repatriados aumenta en el periodo de la pandemia: 110 en 2020, 152 en 2021 y 212 en 2022.
De acuerdo con las cifras de 2022 de defunciones y repatriaciones, se establece una diferencia de 178 personas a favor de estas últimas. Este aumento sustancial de las repatriaciones puede explicarse por tres razones: en primer lugar, por el hecho de que, tras la pandemia, el número de nuevos lugares reservados en los cementerios municipales no ha variado sustancialmente, lo que plantea la repatriación como única alternativa. No se han producido relevantes cambios en nuevos espacios reservados en cementerios municipales, que puedan paliar la situación de saturación que fue denunciada por un informe de la Comisión Islámica de España en 2020. Se han propuestos diferentes proyectos de cara al futuro, pero muchos siguen estando en negociación (como el paradigmático caso del proyecto de recinto en el cementerio de Carabanchel de Madrid), y sin fecha concreta de apertura.
En segundo lugar, el aumento de las repatriaciones también puede explicarse por el significativo número de fallecidos que fueron enterrados en cementerios españoles y que, transcurridos dos años (cumplido el plazo mínimo establecido por la legislación española) han sido exhumados siguiendo la voluntad de sus familiares, para trasladar sus restos a Marruecos. Tan sólo un par de ejemplos: las once personas que fueron inhumadas en el cementerio de Vic (Barcelona) ya han sido repatriadas, así como otras ocho más, inhumadas en tumbas en el cementerio de Reus (Tarragona). Sin duda, estas evidencias demuestran la fuerza que la repatriación sigue teniendo entre este colectivo, a pesar del importante coste que supone exhumar y trasladar un cadáver.
Y, por último, hay otro elemento a considerar en este aumento del número de retornados fallecidos, como es el caso de las personas que han fallecido al intentar entrar irregularmente en España. Según el último informe de la Asociación Pro-Derechos Humanos de Andalucía (Derechos humanos en la frontera 2023. 35 años de vidas sin rastro), en 2022 se contabilizó un total de 1.901 personas, entre desaparecidas y fallecidas, en su intento de llegar a territorio español. Se calcula que la mitad de estas personas eran de origen magrebí que, en el caso de poder ser identificadas y reclamadas por sus familias, fueron repatriadas a sus regiones de origen.
En este sentido, la información que proporcionan los datos de la Subdirección General de Sanidad Exterior en relación con la provincia de salida de la persona difunta que es repatriada muestra que, frente a la progresión de las repatriaciones en contextos regionales con notable presencia de este colectivo ya asentado desde hace décadas (Barcelona y Madrid), también se produce un incremento de salidas de aquellas provincias costeras en las que se producen estas entradas irregulares (gráfico 4):
Gráfico 4. Provincias de salidas de las repatriaciones desde España a Marruecos (2015, 2019, 2021)
Fuente: elaboración propia a partir de los datos proporcionados por la Subdirección General de Sanidad Exterior del Ministerio de Sanidad.
Otro dato también significativo se relaciona con la edad de las personas difuntas que son repatriadas. Frente a lo que habitualmente se piensa, la repatriación no sólo responde a la voluntad de las personas de mayor edad, que expresan su voluntad de querer volver a su región de origen para ser inhumadas. Las cifras de difuntos de 65 y más años se mantienen en progresión, porque entre el colectivo marroquí se observa un progresivo envejecimiento. El resto de los grupos de edad también queda representado (especialmente, en el de 46 a 64 años, que también pueden compartir con el grupo de más edad esa última voluntad de retornar tras fallecer), pero el dato que más sorprende proviene de los niños y jóvenes que también son repatriados. En este caso, no nos encontramos ante la expresión de una voluntad personal, sino en la decisión formulada por sus familiares como forma de procurarles un entierro digno (gráfico 5):
Gráfico 5. Repatriaciones según grupos de edad
Fuente: elaboración propia a partir de los datos proporcionados por la Subdirección General de Sanidad Exterior del Ministerio de Sanidad.
La repatriación también se da en el caso de muertes perinatales o gestacionales. Entre enero de 2014 y diciembre de 2022 fueron repatriados a Marruecos un total de 771 cuerpos, 612 de nacionalidad marroquí y 159 de nacionalidad española. Cuando se indica la nacionalidad española, se puede interpretar que fueron inscritos en el registro civil antes de fallecer durante el primer año, mientras que cuando se indica la nacionalidad marroquí puede entenderse como muertes perinatales o gestacionales, asimilados a la nacionalidad de los padres.
En definitiva, los datos de la Subdirección General de Sanidad Exterior nos permiten perfilar los márgenes de una práctica claramente asentada, a la que el colectivo marroquí dedica sus esfuerzos para garantizar que se siga llevando a cabo. En este sentido, es importante atender a las prioridades que expresan los colectivos musulmanes, mucho más interesados en sostener iniciativas mutualistas -como fondos de solidaridad-, para cubrir los gastos derivados de la repatriación tras fallecer uno de sus miembros, que en invertir esfuerzos en reclamar (especialmente tras la pandemia) a las administraciones locales un lugar en el cementerio municipal.
Si la prevalencia de la repatriación es tan fuerte, ello debería tenerse en cuenta a la hora de definir las necesidades funerarias de los colectivos musulmanes en España. Ya sea sobre la base de proyecciones demográficas (basadas en el crecimiento natural de una población mucho más joven y menos envejecida que la española), o bien mediante el cálculo de la tasa bruta de mortalidad (que deberá hacerse a través de la media resultante de los nacionales de países mayoritariamente musulmanes en España, y que en el caso de Marruecos constituye un 1,43 por 1000 habitantes), los cálculos deben contemplar que en la actualidad la tendencia neta dentro de estos colectivos sigue estando fijada en la repatriación. No se deberían hacer estimaciones del número de unidades de inhumación que deben ser habilitadas en un cementerio municipal solo teniendo presente el número de residentes de confesión musulmana y sin contemplar el factor de la repatriación. Se repetiría alguna situación pasada (vivida en un cementerio del norte de España) en que, tras habilitar una serie de tumbas en el cementerio municipal, tuvieron que pasar unos cuantos años hasta que fuera inhumada una persona que, no por su voluntad sino por falta de recursos, no pudo ser repatriada.
Sin lugar a duda, la repatriación comenzará a remitir de estos porcentajes tan elevados a partir del momento en que la inhumación islámica en recintos funerarios en España sea una alternativa real. Pero además será necesario que los colectivos musulmanes reconozcan la inhumación en tierra española como una práctica digna. Por tanto, por el camino, en una perspectiva a medio y largo plazo, debe operarse también un cambio cultural en relación con las prácticas funerarias musulmanas en España, que deberán ser definidas y propuestas por parte de las propias comunidades musulmanas, y en el que los supuestos de querer “ser enterrado como en Marruecos (o Senegal, o Pakistán)” deberán ser descartados, para abrir la vía a ser inhumados como musulmanes en España.